Antes de contar esta historia tengo que aclarar que en realidad nunca he conseguido un certificado de empadronamiento online... hasta ahora. Me explico. Mi ignorancia acerca del funcionamiento de la administración pública me llevó a solicitar un certificado de empadronamiento (cuando en realidad necesitaba un volante), y como quien me atendió en el 010 no me corrigió y me envió mi volante de empadronamiento, yo acabé contando mi éxito online muy orgulloso, y confundiendo a mis 15 lectores.
En esta ocasión, como ya había solitado una vez lo que yo pensaba era el mismo documento, me enfrenté a este trámite con la seguridad de quien ya ha triunfado una vez y conoce el procedimiento. Por primera vez, lo tenía todo documentado en un post anterior así que no podía fallar nada. En ese momento recordé que llevaba algún tiempo viendo por la ciudad carteles publicitarios anunciando Tramit-AVA en los contenedores de pilas de reciclaje así que pensé que era un buen momento para echarlo un vistazo. Efectivamente uno de los trámites que es posible realizar online a través de este servicio es la “solicitud de volante de empadronamiento”. Será que es un volante y no certificado y yo lo he llamado mal toda la vida, pensé. Ya me había ocurrido algo parecido cuando solicité un certificado, que no partida, de nacimiento así que cumplimenté el formulario y pulsé enviar sin darle más importancia.
Al día siguiente, recibí un amable correo electrónico desde el negociado de población del Ayuntamiento de Valladolid indicándome que un volante no es lo mismo que un certificado y que éste último no se puede solicitar a través de Tramit-AVA. En el mismo correo me explicaban que debía ir personalmente al Ayuntamiento para entregar la instancia de solicitud del certificado de empadronamiento junto con una fotocopia de mi DNI, y que si tenía alguna duda más podía utilizar el 010.
Con esta respuesta me dirijí de nuevo al 010 para preguntar si había alguna forma de resolverlo sin tener que desplazarme hasta el Ayuntamiento. En unos minutos me respodieron que podía remitir la solicitud por fax y que me lo enviarían por correo certificado a mi domicilio. Por cierto, la rapidez de respuesta del servicio del o1o a cualquier hora del día es impresionante. Quizá sea yo el único ciudadano que lo utiliza. Decidí tentar mi suerte (tampoco tenía un fax a mano) y lo envié todo escaneado adjunto a un correo electrónico. Algo más de una semana después ya tenía el certificado de empadronamiento en casa. Para ser el mes de agosto, es un plazo más que razonable.
A pesar del aparente lío y de la poca claridad en la información acerca de los procedimientos tengo que, además de anotarme un éxito online, volver a felicitar al Ayuntamiento de Valladolid. Sencillamente porque no ignora los correos electrónicos de los ciudadanos como hacen la mayor parte de las administraciones públicas y porque tiene voluntad de resolver los trámites evitándome el desplazamiento. Esto sería suficiente para que todas las administraciones públicas, sin demasiada inversión, diesen un paso de gigante en administración electrónica. Sólo con que respondiesen al correo electrónico. Ese instrumento que unos dicen que está muriendo y que sin embargo la gran mayoría de usuarios, incluyendo los que son funcionarios públicos, no ha aprendido a utilizar correctamente.
Voluntad de no hacerme ir y responder al correo es todo lo que hace falta en la mayor parte de los casos para que los ciudadanos podamos ser un poco más digitales sin que las administraciones tengan que vaciar sus arcas en costosos proyectos de consultoría y licencias de software de última generación. No parece tan complicado.