martes, diciembre 12, 2006

Última fase teórica, definimos el experimento

Aunque los experimientos no vayan a realizarse en un laboratorio, sí me gustaría conservar una de las funciones que tiene la experimentación en el método científico, esto es, que puedan repetirse. Si consigo que cada experimento, además de estar suficientemente bien documentado como para que pueda repetirlo otra persona, se vuelva a ejecutar obteniéndose el mismo resultado, pues estaré un par de pasos más cerca del Nóbel. Ahora ya en serio, a pesar de que mis objetivos sean mucho más prosaicos, para que los experimentos tengan algún valor, sí es conveniente ser riguroso desde el principio. Así pues, para no nombrar la ciencia muy en vano, teniendo en cuenta que estoy bajo vigilancia, voy a definir las condiciones en que pretendo realizar mis pequeños experimentos digitales:
  1. Intentaré realizar todas las acciones de cada experimento utilizando comunicaciones asíncronas, esto es, sin que nadie tenga que verse interrumpido (ni yo mismo claro está) por la necesidad de la inmediatez en la respuesta. Esto descarta el uso del teléfono como primera opción de comunicación y nos lleva directamente al correo electrónico. A priori, a finales del año 2006, esto no debería representar ningún hándicap, ni siquiera en España.
  2. No abusaré de los mecanismos existentes con el objetivo de poner de manifiesto sus ineficiencias. No pretendo hacer un ejercicio de crítica, sino documentar mis aventuras como ciudadano, digital pero ciudadano, intentando que mi vida personal sea más eficiente con el objetivo de liberar algo de tiempo para disfrutarlo en el mundo analógico, o en el digital, pero para disfrutarlo.
  3. Tampoco abusaré de la buena voluntad e intención de mis “contricantes”, (esto es por si en algún momento acaba conviertiéndose en una pelea contra el medio), con mis conocimientos de las distintas tecnologías que vayamos involucrando, o que no consigamos involucrar.
  4. Todas las acciones que tenga que realizar tendrán que resolverse sin mi presencia física, salvo cuando esto sea imposible, o no exigible en este año y en este país. Por ejemplo, no vamos a exigir telemedicina. Al médico tendremos que ir para que nos examine, aunque sí intentaremos forzar que las citas se desarrollen en horario no laboral siempre que no se trate de una urgencia. También es razonoble intentar obtener la cita sin ir al centro de salud y sin llamar por teléfono en tiempo de trabajo (me da la risa sólo de pensarlo).
  5. Consideraré un experimento como un éxito sólo cuando todas las acciones hayan sido realizadas fuera del horario laboral. Y, por supuesto, sólo si el resultado final ha sido positivo, esto es, si hemos conseguido el objetivo.
Aunque no se puedan reproducir todas las desventuras que documente, sí espero que este ejercicio sirva al menos para hacer un diagnóstico a nuestra realidad digital. Al menos adquiriré una valiosa experiencia de los medios que realmente tenemos a nuestra disposición para digitalizarnos. Si no consigo ser un poco más productivo espero que al menos el esfuerzo de documentación sirva para que otras personas puedan aprovecharlo y hacer algunas gestiones de un modo un poco más cómodo. No todo va a ser comprar billetes de avión de bajo coste y bajar películas con el emule.

Después de estos rollos de posts con que he inaugurado esta habitación de Mi casa en Intenet en la que iré describiendo las experiencias, buenas y malas, que vaya tenido como ciudadano digital, prometo que el próximo describirá la primera de la serie. Es posible que le esté dando demasiado color, de todos modos, ya soy un trabajador digital, un apóstol digital y un ocioso digital, así que este pequeño paso no debería ser sino una etapa más en mi evolución como miembro de la especie digital.

lunes, noviembre 20, 2006

Inducción e hipótesis digital

En la entrada anterior, de acuerdo con la primera etapa método científico nos dedicamos a observar, esto es, a aplicar atentamente los sentidos a un fenómeno. El fenómeno no es otro que la cantidad de tiempo que cualquier persona dedica a resolver cuestiones personales durante su horario laboral.

Si hacemos un breve repaso a un par de meses de nuestra vida cualquiera puede verse reconocido realizando alguna de estas actividades, varias de ellas, o cualquier otra similar dentro del tiempo en el que nos pagan por lo que vulgarmente se conoce como trabajar:
  1. Concertamos una cita con el médico de cabecera (no nos pasa especial, un simple catarro) un martes a media mañana.
  2. Llevamos el coche al concesionario para la revisión de los 50.000 km, o de los kilómetros que sea, o no sea, porque en realidad vamos a hacer otra cosa sobre la que no queremos dar incómodas explicaciones.
  3. Nos llama la compañía que nos suministra el gas para concertar la revisión anual que tenemos contratada y de paso “informarnos” de un nuevo servicio que acaban de lanzar y que piensan que puede ser de nuestro interés.
  4. Nos acercamos al ayuntamiento a solicitar un certificado de empadronamiento, un permiso de obra o pagar una tasa municipal.
  5. Necesitamos un par de horas porque vienen a instalarnos a casa un electrodoméstico que acabamos de comprar. El proveedor no cumple el horario, el par de horas se convierte en toda la tarde, y volvemos a necesitar el par de horas otro día porque seguimos sin lavavajillas.
  6. Nos vamos a la consulta del médico, que para eso hemos concertado una cita en el punto 1.
  7. Nos llama nuestra esposa para saber si podemos salir 10 minutos antes de la oficina, pasar por la tintorería y recoger a la niña a la salida del colegio. Ella ha sido la que ha ido al ayuntamiento (ver punto 4) esta mañana, le han liado, ha llegado tarde a la oficina y ahora tiene que quedarse una hora más para terminar unas cosas que no pueden esperar.
  8. Por último, llamamos a un amigo que trabaja en un banco para que nos aconseje qué acciones podemos comprar. A ver si hay suerte, y ahora que la bolsa sube, damos un pelotazo y dejamos de trabajar, porque si estamos todo el día trabajando no nos da tiempo a hacer nuestras cosas.

En fin, la lista puede ser interminable en función del periodo de tiempo que consideremos, de la complejidad de nuestra unidad familiar, de nuestra suerte con los proveedores y de nuestra capacidad o incapacidad para gestionarlo todo sin interferir con nuestro trabajo. Lo que es indudable, y que podemos inducir de estas observaciones, es que si cuantificamos el tiempo que dedicamos a cada una de estas tareas, el número de horas al mes que “no trabajamos” no es para nada insignificante. Inevitablemente la situación desemboca en un menor rendimiento profesional, si nos lo consienten y además no nos importa, o en jornadas interminables para compensar todo este tiempo.

Para simplificar el fenómeno no vamos a fijarnos en el uso de medios que son de nuestro empleador como el teléfono fijo o móvil, el coche de empresa, el ordenador, la conexión a internet corporativa, etc. Tan sólo nos centraremos en el factor tiempo para simplificar el razonamiento. De todos modos, hace unos años la situación debía ser aún peor ya que para casi todo había que salir de la oficina, con lo cuál había que robar aún más tiempo de trabajo. Al menos ahora casi no nos movemos del puesto de trabajo.

Pensando unos minutos en la situación, la hipótesis a estas alturas del año 2006 resulta bastante obvia. Y es que con banda ancha en los hogares, servicios de atención al cliente 24h. de todos nuestros proveedores, firma electrónica, banca online y administración electrónica; debería ser posible solucionar todas estas gestiones diarias fuera del horario laboral. O al menos una buena parte de ellas.

Ya sólo me falta diseñar un experimento con el que poder comprobar si la hipótesis es correcta y entonces... celebrar la victoria sobre la realidad analógica.

sábado, noviembre 11, 2006

Observando la realidad analógica

Una de las consecuencias de ir cumpliendo años es la cantidad de pequeñas resposabilidades que vas adquiriendo casi sin darte cuenta. Durante un periodo incluso te hace ilusión, negocias las condiciones de la cuenta en el banco, compras un coche, obtienes la mejor oferta de acceso a internet, cambias varias veces de operador de telefonía móvil, etc. En definitiva, son cosas que hacen que te sientas mayor. Inviertes una gran cantidad de horas de tu tiempo en cada una de ellas porque cada pequeño logro te produce una gran satisfacción, son pequeñas victorias frente a la realidad analógica. Pero la guerra es larga y los enemigos numerosos.

La situación evoluciona en el transcurso de varios años y para cuando te das cuenta se ha instalado en tu vida de tal forma que todas las semanas estás obligado a realizar varias "gestiones". Todo eso sin contar las que postpones por tener otras más urgentes que no pueden esperar, pero que algún día se presentarán en forma de problema, por no haberlas gestionado cuando no eran prioritarias. En fin, un lío.

Tampoco sería tan grave si no fuese porque para solucionar casi todas estas cosillas empleamos "tiempo de trabajo", esto es, tiempo que nos pagan por estar haciendo otra cosa, que generalmente es trabajar. No suele haber ningún problema, sobre todo en el sector servicios, porque la situación está asumida hasta tal punto que nadie ve mal que pidas cita para el médico o hagas un par de transferencias para pagar a tus proveedores personales desde tu puesto de trabajo y en horario laboral. Por supuesto nadie cuestiona que tengas que atender a la compañía del gas cuando te llama a tu teléfono móvil un martes a media mañana para concertar la revisión anual. Al fin y al cabo te han llamado ellos, ¿no?

Quien no puede contar con esta flexibilidad en su trabajo, o sencillamente tiene conciencia, soluciona todas estas molestas "gestiones personales" del día a día, apoyándose en lo que ahora se llama la solidaridad intrafamiliar. Curioso eufemismo para referirse a lo que siempre ha sido el "ya te lo hace papá que tiene tiempo". Esta solución, puede que funcione temporalmente, pero tengo la impresión de que tiene muchas limitaciones.

Seguiré observando la realidad analógica y pensaré un poco más en el problema para intentar formular una hipótesis que me acerque a un mejor enfoque del problema, o si hay suerte incluso a una solución. Método científico creo que lo llaman, aunque no sea ciencia precisamente lo que estamos haciendo.

domingo, octubre 01, 2006

La primera piedra

Después muchos años diseñando y construyendo las casas en Internet de otros, resulta que yo no tengo donde recibir a mis amigos. Después de haber tenido, a lo largo de los años, cientos de conversaciones por correo electrónico sobre los más diversos temas, resulta que no tengo forma de extraer las conclusiones a las que llegamos, o a las que no llegamos.

Para poner remedio a este deseorden, para evitar que sigan acabando en el olvido, o en el mejor de los casos archivadas en alguna carpeta de correo electrónico, las reflexiones, las ideas, las impresiones y las buenas conversaciones, comienzo hoy a construir mi casa en internet.

Después de varios meses postponiendo el comienzo, al fin he conseguido liberar algo de tiempo que espero poder dedicar con cierta asiduidad a este proyecto personal. Espero que después de esta primera piedra de mi casa en Internet, vengan muchas más, porque eso significará que está cumpliendo alguno de los objetivos para los que la comencé a construir.

De todos modos, aunque ya tenga mi propia casa (y es que en Internet son mucho más asequibles), pienso seguir deambulando por las de los demás al ritmo que marquen mi lector de RSS, a menos que un día de estos acabe encontrando el final de internet.