CC BY G.Hagedorn |
Los precios del roaming de datos dan la risa por no decir otra cosa, así que al cruzar una de esas fronteras que en teoría no existen para los trabajadores y las mercancías, no queda más remedio que desconectar la 3G. Los bits aún no tienen permiso de libre circulación por la UE.
El caso es que la práctica habitual es leer el correo electrónico antes de salir del hotel por la mañana y en ocasiones no volver a hacerlo hasta por la noche. Y usar el mapa que te dan en el hotel para no perderte en la ciudad. Con precios que con frecuencia llegan a los 2€ por Megabyte no queda más remedio que volver a viajar como en los años 90 si no quieres volver con una factura inaceptable.
Una de las consecuencias curiosas que esto tiene en mis hábitos cuando viajo es que voy a comer y a cenar a los mismos restaurantes y a tomar café en las mismas cafeterías. Cuando vuelvo a una ciudad acabo buscando la forma de ir siempre a los restaurantes donde nada más entrar ya estoy conectado. Disponer de WiFi gratis y de fácil conexión se ha convertido en un servicio que me ha fidelizado como cliente en ciertos sitios donde probablemente su comida o su café no representa ninguna diferencia respecto a otros.
Supongo que si la comisaria Kroes termina por conseguir que las tarifas de roaming de datos en la UE tengan un precio aceptable en 2016 muchos de estos sitios me perderán como cliente. Pero parece que ese horizonte todavía queda muy lejano y a mí me quedan muchos kilómetros por hacer hasta entonces.
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